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La vida llegó a la Tierra en los cometas

El hallazgo, divulgado por el CNRS parte de un 'análisis con alto detalle' que expertos del Instituto de Química de Niza, en el sur de Francia, han hecho de un cometa artificial. EFE París. Científicos galos han desarrollado con éxito un experimento que demuestra que la ribosa, uno de los componentes principales del ácido ribonucleico (ARN) de los organismos vivos, puede formarse en las capas heladas interestelares, lo que refuerza la teoría de que la vida pudo haber llegado en los cometas. “Este descubrimiento completa la lista de componentes moleculares necesarios para que la vida se pudiera formar el hielo interestelar” además “respalda la teoría de que los cometas son el origen de las moléculas orgánicas que hicieron posible la vida en la Tierra y, quizás, en otros lugares del universo”  Hasta ahora se habían encontrado en meteoritos y cometas algunos aminoácidos (uno de los componentes de las proteínas y bases nitrogenadas), que forman parte de los ácidos nucleicos. “Sin embargo, la ribosa, el otro componente clave del RNA, nunca se había detectado en material extraterrestre o creado en un laboratorio bajo condiciones ‘astrofísicas’”, agregó el CNRS. Los científicos colocaron una “muestra representativa” de agua, metanol y amoníaco en una cámara al vacío a 200 grados centígrados bajo cero, lo que generó “granos de polvo cubiertos de hielo, las materias primas de los cometas” Después se expuso ese material a rayos ultravioleta, del mismo modo que les habría ocurrido de formarse en condiciones naturales, y a continuación se calentó la muestra como se calentaría un cometa al acercarse al Sol. Los científicos del Instituto de Química de Niza analizaron entonces su composición, siguiendo un método muy preciso (cromatografía gaseosa bidimensional combinada con espectrometría de masa de tiempo de vuelo). “Se detectaron varios azúcares, incluyendo ribosa. Su diversidad y relativa abundancia sugieren que se formaron a partir del formaldehído, una molécula encontrada en el espacio y en los cometas que se forma en grandes cantidades de metanol y agua”, añadió el CNRS. Los científicos han seguido un método muy preciso para el logro de los resultados hallados.
Confirmado: La clave del origen de la vida humana está en el espacio.
 El origen de la vida humana, a pesar de ser la enseñanza más básica de la asignatura de ciencias de un colegio, sigue teniendo muchas dudas que disipar. Una cosa sí tenemos clara: Necesitamos azúcar para vivir. Pero no cualquier azúcar, sino un tipo de azúcar especial llamado Ribosa, crucial para la formación del ARN y por tanto del ADN. Sin dicho azúcar, la vida humana tal y como la conocemos no podría existir. Ahora bien, la duda que ha asaltado durante años a la ciencia es: ¿Cómo se dio paso al origen de la vida humana? ¿De dónde salieron las moléculas necesarias para la vida? Algunas investigaciones anteriores han ido confirmando poco a poco aquella famosa frase de Joni Mitchell, y hoy pondremos un granito más en esa afirmación: “Somos polvo de estrellas”
El origen de la vida humana, ¿en medio de hielo espacial? al menos así lo sugiere un reciente estudio publicado en Science llevado a cabo por Cornelia Meinert y sus colegas de la Universidad de Niza Sophia Antipolis (Francia). Y es que, según este trabajo, la Ribosa podría encontrarse en los hielos espaciales irradiados con luz ultravioleta que desprenden los cometas, los cuales forman parte del conocido polvo interestelar que gira alrededor de las estrellas más jóvenes. Para dejarlo claro, la Ribosa es el azúcar esencial del ARN, y esta molécula es la precursora del ADN. Es decir, es necesario que exista ARN que da las órdenes a los genes para que lleven a cabo sus funciones, y es casi tan importante o más que el conocido ADN, encontrándose en todas las formas de vida conocidas en la Tierra (incluso existen virus que solo poseen ARN, sin ADN propiamente dicho).
Las moléculas necesarias para el origen de la vida humana están en el espacio.
Pero aquí no acaban las cosas, y es que esta solo es “una investigación más” que confirmaría que el origen de la vida humana procede del polvo espacial. El año 2015, los investigadores de la NASA consiguieron crear “letras moleculares” que forman parte del ADN: Uracilo, citosina y timina. En total existen 4 “letras” necesarias para formar las cadenas de ADN y unirlas entre ellas, y ya somos capaces de crear 3 de estas letras en laboratorio (a pesar de que hoy en día sabemos que existe ADN con 6 letras moleculares). Por otro lado, otro estudio de la NASA también encontró aminoácidos en meteoritos, las moléculas esenciales para formar proteínas. Pero antes, en el año 2014, se había encontrado una molécula muy similar a los aminoácidos en una nube de gas en el centro de la galaxia: El cianuro isopropílico. Y por si fuera poco, en el año 2004 también se encontró glicoaldehído, un tipo de azúcar necesario para la vida, en la misma nube de gas galáctica. La “receta” para demostrar el origen de la vida humana en el hielo espacial En el estudio actual, para demostrar que su hipótesis era cierta, Meinert y sus colegas congelaron agua con amoníaco y metanol a -195º centígrados en una cámara de vacío, imitando las condiciones del hielo espacial. Posteriormente, simulando la radiación de las mencionadas estrellas jóvenes, expusieron esta mezcla congelada a luz ultravioleta hasta llegar a una temperatura ambiental. Y… ¡sorpresa!, tras este reto culinario intergaláctico, los investigadores encontraron hasta 55 moléculas orgánicas, incluyendo la mencionada ribosa, en el hielo. Los investigadores comentan que no saben a ciencia cierta si las moléculas orgánicas necesarias para la vida se formarían con la mezcla de sustancias aún en el hielo o si, por el contrario, dichas moléculas resultarían de calentar la mezcla como hicieron ellos. La segunda opción es la que tiene más peso, ya que la radiación de las estrellas sobre este hielo espacial es real y se produce cada cierto tiempo. Esto podría indicar que algunos trozos de hielo espacial con moléculas orgánicas podrían haberse escapado de su órbita y caer a nuestro planeta. Tanto Japón como la NASA tienen misiones espaciales preparadas para investigar asteroides: La misión Hayabusa 2 sobre el asteroide Ryugu 162.173 y la misión Osiris-Rex sobre el asteroide Bennu.