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La datación de la tumba de Jesucristo suscita nuevas dudas sobre la existencia del personaje

En rigor la existencia de un Jesús histórico no descansa en que la supuesta tumba de Jesús sea real sino, al contrario, en que sea falsa. Si existe una posibilidad de que si haya existido un Jesús real es que el mismo fuese un personaje menor sin ninguna trascendencia más allá de la secta judía que lideraba. Eso explicaría que ningún contemporáneo escribiera sobre él sino hasta varias décadas después de su muerte. De haber sido cierto todo lo que los evangelios relatarían medio siglo después de que muriera no se explica cómo es que habiendo hecho tantos prodigios y milagros fantásticos casi nadie creyera en él, nadie dejara constancia escrita de tales fenómenos, etc. En todo caso su importancia es dada luego de muerto a partir de la construcción del mito de Cristo sobre su persona.
Son muchos los historiadores que dudan de la existencia de Jesús de Nazaret y hay quien incluso se atreve a afirmar que todo el edificio del cristianismo fue un enorme fake ideado por el emperador romano Constantino con motivos políticos. La reciente datación de la tumba de Jesucristo en Jerusalén añade dudas a la cronología del relato bíblico: el Santo Sepulcro habría sido levantado en torno al año 326 de nuestra era, cuando Constantino el Grande era emperador.
La tradición sostiene que Constantino erigió el monumento a Jesucristo en el lugar que se supone fue enterrado Jesús de Nazaret, como símbolo de la adopción del cristianismo como religión oficial del Imperio en el siglo IV. El estudioso Fernando Conde Torrens cree que el monumento recién datado confirma sus estudios.
Conde Torrens ha dedicado 23 años de su vida a estudiar los textos sagrados del cristianismo para colegir que “Jesucristo fue un personaje de ficción”. Constantino y su escriba Lactancio escribieron desde cero los evangelios con el objeto de crear una religión monoteísta que unificara el imperio, según se describe minuciosamente en el libro ‘Año 303: Inventan el cristianismo’.
En el capítulo 210 del citado libro -de casi 900 páginas- el autor describe la encomienda que recibe Elena, la madre del emperador, con instrucciones para construir el citado mausoleo. Una tumba ficticia para un personaje imaginario. “Es un imposible físico que pueda haber huellas del personaje anteriores al Sínodo de Arlés en Occidente (año 314) y al de Nicea en Oriente (año 325)”, responde por correo electrónico.

La Iglesia del Santo Sepulcro alberga el altar, así como el lugar donde supuestamente Jesucristo fue crucificado, los lugares más sagrados del cristianismo. El octubre de 2016 se abrió, por primera vez en siglos, la cueva en la que se guardaba la tumba de Jesucristo.