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El momento presente ¿por qué lo rechazamos tanto?

"El momento presente, la primera resistencia de nuestra mente"
Cuando un bebe nace siempre está “presente” y, en la medida en que vaya desarrollándose y creciendo, irá perdiendo esa percepción sustituyéndola por la de la mente con sus pensamientos y creencias aprendidas y esto (obviamente) va a depender de la infancia que tenga, las memorias heredadas y la información de su propia personalidad.
Todos lo comprenderíamos si planteamos la historia de un niño que haya sido criado en una isla donde apenas haya tenido contacto humano ni haya una estructura social ya creada o impuesta. Un lugar donde la naturaleza es la que manda de forma que ese niño no aprende conductas establecidas, actitudes mentales o creencias determinadas…
Sólo aprende a sobrevivir con las experiencias de su entorno funcionando, en casi su totalidad, de forma biológica. Ese niño no tendrá gran capacidad de razonamiento mental o de lógica educacional desde el intelecto según los patrones aprendidos en una sociedad ya estructurada y condicionante…
"Pero ese niño si estará, siempre, “PRESENTE” y nadie le enseñó cómo hacerlo porque es una actitud innata al ser. Es la “presencia” de nuestro ser a través de nuestro cuerpo"
Observar la diferencia entre la presencia y el intelecto es cuestión de sentir más que una explicación en la que pudiera decir que es observar sin pensar o poner etiquetas (lo dicen los maestros). O que es sólo sentir, eso lo entiende todo el mundo, así que, dejemos que cada uno sienta por sí mismo.
Si vivíamos en un ambiente que nos asustaba ¿Quién desearía permanecer así, cuando un niño lo que quiere y necesita es amor, comprensión, apoyo y protección? De niños estamos indefensos, somos vulnerables por lo que, retirarnos o marcharnos, sólo lo haríamos en un estado de gran estrés o estado de shock en el que solo veríamos algunas opciones como salir corriendo, quedarnos paralizados o reventar llorando, pataleando…
"Cuando, físicamente hablando, no conseguimos huir de lo que estamos viviendo, otra forma que nos queda es la mental y nos separamos, mentalmente hablando, del presente"
Cuando no se ha llegado al límite en la resistencia a algo, lo primero que podemos hacer, y que nos resulta más fácil, es evadirnos mentalmente. Esto ocurre seamos pequeños o siendo ya adultos. Sucede constantemente porque seguimos reproduciendo situaciones y formas de vida que, en muchos casos, no aprobamos pero no somos capaces de cambiarlas y las permitimos o consentimos.
Nos aburre el presente. No queremos pararnos a sentir cada momento como cuando estamos fregando los platos ¡qué aburrido!, intentamos huir y lo hacemos lo más deprisa que podemos. No disfrutamos de las cosas más sencillas y necesarias del día a día.
Estamos siempre pensando en la acción siguiente (atados a horarios…) o en algo del pasado. Acostumbrados a organizar, plantear, pensar, disponer, preocuparnos, buscar… Es un -no parar- constante…
Distinto son todas aquellas personas que no tienen opciones y se rinden totalmente. Algunos resignados, no pueden distraerse como otros porque no tienen o no ven opciones con las que soñar.
Pienso que, cuando hay aceptación y satisfacción con lo simple de la vida, la resistencia al presente no tiene sentido porque todo es un disfrute, hasta el “no hacer nada” es aceptado sin que esto suponga un problema para nuestra mente.
"El presente es la constante interminable que existe en este espacio-tiempo y en el cual se muestran todas las posibilidades que nuestra mente tanto se empeña en separar y descartar"

Cristianismo: el fraude de un emperador.

Un investigador demuestra que el Cristianismo fue creado en el siglo IV por el emperador Constantino
·         Eusebio de Cesarea y Lactancio fueron los autores de todos los libros del Nuevo Testamento.
·         A esta conclusión ha llegado el investigador Fernando Conde Torrens y la plasma en su libro “Año 303. Inventan el Cristianismo“. Miles de horas de estudio y doce años indagando entre los Evangelios y demás textos de esa época han dado como consecuencia este extraordinario descubrimiento.
Concilio de Nicea
En el libro, una reconstrucción histórica en forma novelada, su autor expone año a año el proceso por el que Lactancio y Eusebio de Cesarea preparan en secreto la redacción de todos los escritos del Nuevo Testamento, Evangelios, Epístolas, Hechos y Apocalipsis para el advenimiento del Cristianismo. Simultáneamente, Constantino se hace dueño absoluto del Imperio, desplazando a todos los demás Emperadores…
Constantino y Lactancio, los falsificadores; Eusebio, el traidor
El año 314 Constantino, dueño ya de la parte Occidental del Imperio, convoca el Concilio de Arlés (Sur de Francia) e inicia así la implantación del Cristianismo en medio Imperio, el Occidental. El año 324, tras derrocar a su cuñado, el Emperador Licinio, Augusto de Oriente, Constantino convoca el Concilio de Nicea al año 325 y repite en Oriente lo que antes había hecho en Occidente. Pero en Oriente aparecen detractores y la tensión crece. Lactancio ha muerto el año 319 y Eusebio está en el bando opositor.
Lactancio fue el verdadero creador de la nueva religión, pero Eusebio se opuso a la falsificación y preparó los textos para dejar huellas de que todo era un invento. En el libro se detallan las tres técnicas que empleó: La doble redacción, las estructuras y los acrósticos, o firmas, en todos los escritos, ya que interpoló los que había escrito Lactancio a la muerte de éste.
En el libro se muestran como ejemplos 14 firmas de Simón, la mayoría múltiples, en Evangelios, Epístolas, pasajes de Flavio Josefo, Plinio el Joven y en la propia Historia eclesiástica, la obra más conocida de Eusebio de Cesarea. El autor demuestra que todos esos pasajes son obra de Eusebio y llevan su firma característica (Simón).
Cristianismo, el mayor fraude de la Historia
Las consecuencias del mayor fraude de la historia de Occidente quedan en evidencia y ayudan a explicar muchos aspectos de nuestro mundo. La obra descubre además las raíces del odio hacia los judíos y hace un rápido repaso de las doctrinas que el Cristianismo sepultó”, comenta Fernando Conde Torrens.
El libro “Año 303. Inventan el Cristianismo” pone fin a una investigación que se inició en la Universidad de Tubinga (Alemania) en torno al año 1.850 y que ha durado 150 años. Sólo algunos investigadores independientes han trabajado en este tema. El autor, cuyos conocimientos de latín, griego y hebreo le permiten acceder a los escritos en su idioma original, señala que “lo más relevante de este libro es que aporta pruebas documentales de que estamos ante una manipulación gigantesca que ha durado 17 siglos y que ha afectado a tres continentes”