• MARÍA NO ERA VIRGEN Y JESÚS NO
ERA HIJO ÚNICO:
“¿No es este aquel artesano, hijo
de María, hermano de Santiago, de José, de Simón y de Judas? ¿Y sus hermanas no
moran aquí entre nosotros?” (Marcos 6,3). “Entonces llegaron su madre y sus
hermanos (…) Oye, tu madre y tus hermanos y hermanas están afuera y preguntan
por ti.” (Marcos 3, 31-32) “Y dio a luz a su primogénito” (Lucas 2,7).
Tenemos entonces que Jesús no era
hijo único sino que tenía varios hermanos y hermanas (¡y uno de sus hermanos se
llamaba Judas!). Aún si Jesús hubiese sido concebido “por obra y gracia del
Espíritu Santo”, María hubiese dejado de ser virgen al engendrar a sus demás
hijos. La Biblia intenta explicar este asunto de los hermanos diciendo que en
realidad son sus primos y parientes, dado que el idioma hebreo no distingue
entre hermanos o primos con una palabra diferente. Esto es verdad, pero resulta
que los evangelios NO están escritos en hebreo, sino en griego, y en ese idioma
SI se hace tal distinción.
• JESÚS ERA CAPITALISTA:
“Supongan que uno de ustedes
tiene un servidor arando o cuidando el ganado. Cuando éste vuelve del campo,
¿le dicen ustedes ven enseguida a sentarte a la mesa? ¿No le dicen más bien: prepáreme comida y ponte el delantal para servirme y después que yo haya comido
y bebido tú lo harás a tu vez?” (Lucas 17, 7-8) “Servidor malo y flojo, tu
sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he trillado. Por eso
deberías haber colocado mi dinero en el banco y a mi vuelta me lo habrías
entregado con los intereses” (Mateo 25, 26-27)
La postura de Jesús es muy
ambigua en este tema, ya que por un lado decía que no se preocuparan por la
ropa o el alimento y que vendieran todo lo que tuvieran y se lo dieran a los
pobres, a su vez explicaba que sus discípulos debían trabajar para él y que los
esclavos debían conformarse con su suerte (muy similar a lo que diría Emile
Durkheim siglos después, con su sistema meritocrático). Llama a los esclavos
“bienaventurados” pero jamás les dice que se levanten contra sus amos, sino que
les promete una mejor suerte en otra vida.
• JESÚS ERA NACIONALISTA:
Jesús dirigía su mensaje a los
israelitas y sólo a los israelitas (irónicamente, los que no le dieron bola).
Llama a los que no son judíos perros y cerdos: “No den las cosas sagradas a los
perros ni echen sus joyas a los cerdos. Ellos podrían pisotearlas y después se
lanzarían encima de ustedes para destrozarlos” (Mateo 7, 6). En este orgullo
israelita incluso fija límites a su amor al prójimo. Cuando una mujer no judía
le implora ayuda para su hija enferma, Jesús le contesta “Aguarda que primero
se sacien los hijos, no está bien tomar el pan de los hijos para echárselo a
los perros” (Marcos 7, 27). Sólo cuando la mujer se humilla y acepta que es un
perro en comparación a él, Jesús acepta curar a la niña. Terminemos con una
frase más: “La salud procede de los judíos” (Juan 4, 22). El semitismo de Jesús
resulta tan exagerado e irracional como el antisemitismo de Hitler.
• JESÚS NO AMABA A SU MADRE:
“No piensen que vine a traer la
paz a la tierra, no vine a traer la paz sino la espada. Vine a poner al hijo en
contra de su padre, a la hija en contra de su madre y a la nuera en contra de
su suegra” (Mateo 10, 34,35).
Jesús se pronunciaba abiertamente
en contra de la familia, pero es interesante el hecho de que no soportase a su
madre. “¡Feliz la que te dio a luz y te amamantó! Pero él declaró: ¡Felices los
que escuchan la palabra de dios y la observan!” (Lucas 11, 27-28). Jesús
enseguida levanta una objeción cuando elogian a su madre. Más famoso es el
ejemplo de las bodas de Canán, donde Jesús desaira a su madre en público. “La
madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús respondió: Mujer ¿cómo se te
ocurre? Todavía no ha llegado mi hora”. (Juan 2, 3-4). Este reproche hacia su
madre debieron ser las palabras más reales de Jesús que nos han llegado. Noten
que Jesús nunca se dirige a su madre con una palabra de afecto, ni siquiera de
respeto. Siempre la llama “Mujer”, incluso cuando estaba colgado de la cruz:
“Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Juan 19, 26). El distanciamiento entre Jesús y
María es evidente.
·LA TRAICIÓN DE JUDAS Están Jesús
y sus doce apóstoles celebrando la célebre “Última cena”. De repente, Jesús
anuncia que uno de ellos lo traicionará esa noche. Semejante noticia les cae
como un baldazo de agua fría y todos se “afligen”. Ahora ¿por qué todos se afligen?
Sólo Judas sabía que iba a ser él aquel traidor, por lo tanto, era el único que
podía sentirse afligido. La aflicción de los discípulos no era por la traición
en sí, sino por el miedo a ser el traidor. Por algo, apenas revelado esto,
todos empiezan a preguntar:
-¿Acaso seré yo, Señor?
(…)
Y Judas, el que le entregaba,
dijo:
-¿Acaso seré yo, Maestro?
Y respondió Jesús:
-Tú lo has dicho.
(Mateo 26,22 y 25)
¡Increíble! Jesús le dice a Judas
en frente de todos los demás discípulos que iba a ser el traidor… ¡y los demás
no mueven un dedo por impedirlo! Tampoco lo golpean, lo insultan, le reprochan,
ni siquiera le dicen: “Mira que tienes mala onda, Judas, eh!”. Es muy
inverosímil que después de semejante mandada al frente todos se queden en el
molde y, encima, luego salgan a pasear hasta el huerto de Getsemaní y los “afligidos”
apóstoles se queden bien dormidos, mientras su querido maestro sudaba sangre
unos metros más allá y el traidor judas corría a cumplir su profecía.
También sorprende que Judas no
testificara contra Jesús en el supuesto juicio que hicieron contra él los
fariseos esa misma noche.
Pero lo peor es la actitud del
mismo Jesús. Desde un principio sabía que Judas lo traicionaría (con su
posterior muerte y condenación incluidas) y nunca trató de disuadirlo. Incluso
le allanó el camino. ¿Qué pasó con el “no nos dejes caer en la tentación”?
·JESÚS PUEDE NI SIQUIERA HABER
EXISTIDO
No sólo se pone en duda la
divinidad de Jesucristo, sino el hecho de que alguna vez haya existido.
Curioso es el hecho de que ningún
libro, aparte de la Biblia, menciona a Jesús. Y eso que historiadores que
recopilaran la situación de Palestina en ese momento no faltaban: ahí tenemos
al romano Plinio el Viejo y al filósofo judío Filón de Alejandría.
Justamente éste último estaba muy
al tanto de todas las tensiones que tuvieron lugar durante la época de Jesús y,
sin embargo, no lo menciona ni de pasada. Esta ausencia se acentúa al criticar
Filón las crucifixiones de Poncio Pilatos (que era la forma más común de
ejecutar a alguien por los romanos, Jesús no fue el primero ni el último).
Es decir, no existe documentación
histórica neutral acerca de Jesús. De haber existido y haber sido una
personalidad tan popular como para iniciar una nueva fe, alguien más aparte de
sus seguidores habría escrito algo sobre él, aunque más no sea para denostarlo
o como curiosidad. Pero no. Nadie fuera de su círculo de creyentes, ninguna
fuente contemporánea, pareció notar su existencia. Eso es raro, muy muy raro.
¿Es entonces Jesús una figura
totalmente inventada? Me permito dudarlo. Ninguna invención total podría tener
tanta fuerza y longevidad. No hubiese sobrevivido. Lo que sí creo es que es una
figura histórica absolutamente exagerada, divinizada, corrompida y tergiversada
de su personalidad original.