El cuerpo ante una
situación estresante genera reacciones a nivel hormonal que provocan cambios
fisiológicos como el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial,
inhibición del sistema digestivo y la alteración del sistema inmunitario. Esto
expresado en un modo muy genérico, por supuesto.
Sabiendo entonces
que todos los sentimientos crean cambios emocionales, pero ocurre sobre todo en
la vida moderna que las personas se acostumbran a vivir bajo presiones
constantes, y cuando el estrés se convierte en crónico puede provocar estragos
en la salud intestinal y digestiva.
Resulta que así como el estrés provoca reacciones a nivel del cerebro,
también actúa a nivel del intestino provocando disminución en la absorción de
nutrientes, en la oxigenación, restringe cuatro veces el flujo sanguíneo en el
sistema digestivo afectando así el metabolismo.
¿Cómo funciona esta
relación cerebro-intestinal? Lo primero es saber que estos dos órganos están
creados del mismo tejido, porque durante el desarrollo fetal, una parte se va
hacia el sistema nervioso central mientras que la otra se desarrolla en su
sistema nervioso entérico.
Estos dos sistemas
están conectados por medio del nervio vago, el nervio craneal que va desde el
tronco cerebral hasta su abdomen. Este “eje cerebro-intestino” es lo que
conecta a sus dos cerebros y lo que explica el por qué siente mariposas en el
estómago cuando se pone nervioso, por mencionar un ejemplo.
En la antigüedad
clásica, Hipócrates ya había sentenciado que “todas las enfermedades comienzan en el intestino”, de modo que el
daño que el estrés puede provocar en el intestino es causal de múltiples
enfermedades inflamatorias como:
·
Esclerosis múltiple
·
Diabetes tipo 1
·
Artritis reumatoide
·
Osteoartritis
·
Lupus
·
Enfermedades Crohn
·
Colitis ulcerosa
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Enfermedades crónicas de la piel
·
Problemas renales
·
Enfermedades urinarias
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Enfermedades alérgicas y utópicas
·
Enfermedades degenerativas
·
Síndrome de fatiga crónica
·
Fibromialgia
·
Encefalomielitis Miálgica (ME)
·
Enfermedad intestinal inflamatoria
Toda esta lista es
consecuencia de emociones negativas, de los estados de enojo, de ansiedad, de
tristeza y de rencores y dolores viejos no resueltos.
El tracto
gastrointestinal sufre el impacto de estas emociones provocando inflamación o
haciéndolo más susceptible a infecciones, por lo que quienes sufren estos
síntomas perciben dolores más agudos porque sus cerebros no regulan
correctamente las señales de dolor desde sus intestinos. A la inversa, los
problemas intestinales también pueden provocar problemas emocionales.
Para contrarrestar
esta situación es necesario nutrir su flora intestinal con “bacterias
amigables”, es decir, alimentos fermentados o probióticos, importantes para el
funcionamiento adecuado del cerebro lo cual genera un bienestar psicológico y
control del estado de ánimo, combatiendo la ansiedad o la depresión.
Para reducir el
estrés y mejorar la salud intestinal es muy útil el ejercicio, para alivio y
despeje de la mente. Está probado que contribuyen con alta tasa de éxito la
oración, la meditación, la risa y el yoga, por ejemplo. En ese menú es
importante agregar el aprendizaje de técnicas de relajación y visualización
positiva.
En cuanto a la
alimentación, es conveniente evitar el azúcar y la fructosa. Ingerir alimentos
fermentados hechos de manera tradicional y sin pasteurizar porque son una
fuente rica en probióticos. Tomar suplementos de probióticos. Dormir en
completa oscuridad para una apropiada producción de melatonina que es un
importante mediador del eje cerebro-intestino.