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Científico afirma que los extraterrestres crearon la raza humana

El profesor Sam Chang sostiene que “una forma de vida extraterrestre superior, se ocupó de la creación de nuevas formas de vida en múltiples planetas. La Tierra es sólo uno de ellos.”

Un grupo de investigadores que trabajan en el Proyecto Genoma Humano afirman que el 97% del ADN humano que forma -por así llamarlo- “secuencias no codificadas”,  son nada menos que el código genético de formas de vida extraterrestre.
El profesor Sam Chang, líder de los investigadores, indicó que las secuencias no codificadas son comunes en todos los organismos vivos en la Tierra, desde las células de los peces a las humanas, mismas que constituyen una gran parte del ADN humano.

Las secuencias no codificadas, conocidas como “ADN basura”, fueron descubiertas y su función sigue siendo un misterio. La inmensa mayoría del ADN humano proviene de fuera de nuestro planeta. Estos aparentes “genes extraterrestres chatarra,” simplemente “como el paseo” con el resto de los genes activos, pasados de generación en generación.
Tras efectuar un análisis completo con la ayuda de otros científicos como programadores, matemáticos y otros académicos, el profesor Chang se preguntó si el “ADN basura” fue creado por algún tipo de “programador extraterrestre”. Incluso, dijo que “las cadenas de extraterrestres dentro del ADN humano tiene sus propias venas, arterias y su propio sistema inmunitario que resiste vigorosamente todos los tipos de conocidos fármacos contra el cáncer”.
El profesor Chang destacó: “Nuestra hipótesis es que una forma de vida extraterrestre superior, se ocupó de la creación de nuevas formas de vida en múltiples planetas. La Tierra es sólo uno de ellos. Tal vez, después de nosotros, nuestros creadores nos fueron creando como creamos las bacterias en los laboratorios”.

El equipo de investigadores de Chang concluyó que “los programadores extraterrestres” pueden haber recibido la orden de borrar todos sus planes idealistas para el futuro cuando se concentraron en el “proyecto Tierra” para terminarlo en el momento adecuado. Probablemente los “programadores extraterrestres” cortaron drásticamente el “gran código” y/o entregaron sólo las características básicas previstas para la Tierra.
Chang es uno de los científicos que han descubierto orígenes extraterrestres para la humanidad; junto a su equipo mostró que las diferencias aparentes en la secuencia del ADN, precipitados por una supuesta carrera para crear la vida humana, dotó a la raza humana con un crecimiento descontrolado de células que actualmente  conocemos como cáncer.


De igual forma, dijo que “lo que vemos en nuestro ADN es un programa que consiste en dos versiones, un código básico y un gran código”; y puntualizó que tarde o temprano se hará frente a la idea increíble de que toda la vida en la Tierra lleva códigos genéticos de nuestros “primos extraterrestres” y que "la evolución no sucedió de la manera que pensamos”.

¿Mimamos demasiado a los pequeños? Una nueva ola de expertos aboga por endurecer su carácter..

Suma escolar: padres que llevan la mochila al niño hasta la puerta del colegio + padres que piden que no se premie a los mejores de la clase porque los demás pueden traumatizarse + padres que le hacen los deberes a los niños que previamente han consultado en los grupos de WhatsApp = niños blanditos, hiperprotegidos y poco resolutivos.
Cuenta Eva Millet, la autora de Hiperpaternidad, que ya hay niños que, al caerse, no se levantan: esperan esa mano siempre atenta que tirará de ellos. En ciertos colegios han empezado a tomar nota. Y, en algunos países, el carácter ya forma parte del debate sobre la Educación.
Esto no es la nueva pedagogía. Gregorio Luri, filósofo y autor del libro Mejor Educados, suele recordar que la educación del carácter es tan tradicional en ciertos colegios británicos como para que haya llegado a nuestros días una frase atribuida al Duque de Welington: «La batalla de Waterloo se empezó a ganar en los campos de deporte de Eton». En los campos de Waterloo o en las canchas del mítico colegio inglés, cuna del establishment, ningún niño esperaba que le levantaran si podía solo.
En España, se habla de «educación en valores», pero puede que no sea lo mismo. El carácter se entiende como echarle valor, coraje, actuar en consecuencia cuando se sabe lo que está bien o está mal, no limitarse a indignarse. Como dice Luri, «ahora mismo en España les fomentamos la náusea en lugar del apetito». En su opinión, los niños de ahora saben cuándo se tienen que sentir mal ante determinadas conductas, pero educar el carácter es animarles a dar un paso, a ser ejemplo, a que sus valores pasen a la acción. Si están acosando a un niño, no callarse y protegerle. Decir no a la presión del grupo.
El carácter ha vuelto cuando se ha sido consciente de que podríamos estar criando a una oleada de niños demasiado blanditos. Con padres que se presentan a las revisiones de exámenes de sus hijos, que abuchean a los árbitros en los partidos y que han hecho el vacío a niños que no invitaban a sus retoños a los cumpleaños. «Yo he tenido a un chaval de 19 años que se me ha echado a llorar porque le suspendí un examen», cuenta Elvira Roca, profesora de instituto. «Le dije que no me diera el espectáculo. Vino su madre a verme y me dijo que había humillado a su hijo. Le tuve que decir que estaba siendo ella quien le humillaba a él».

COMO EN EL VOLEY O FÚTBOL

Nicky Morgan era ministra británica de Educación con David Cameron e hizo bandera de la educación del carácter. «Para mí, los rasgos del carácter son esas cualidades que nos engrandecen como personas: la resistencia, la habilidad para trabajar con otros, enseñar humildad mientras se disfruta del éxito y capacidad de recuperación en el fracaso», decía en su cruzada por extender ese tipo de educación, muy vinculada al rugby. Suena familiar. Suena a Si, el poema de Rudyard Kipling y su verso sobre la victoria y el fracaso, esos dos impostores a los que hay que tratar de igual forma, que figura en la entrada de la cancha principal de Wimbledon.
"Cuando una familia quiere que sus hijos no pasen las dificultades que pasaron ellos, la sociedad se vuelve más cómoda"
Alfonso Aguiló escribió Educar el carácter, hace 25 años. No ha parado de reeditarse y traducirse desde entonces: «Tener buen carácter no significa estar todos cortados por el mismo patrón. Pero estoy seguro que casi todos nos pondríamos de acuerdo en que ser honrado, trabajador, generoso, justo, leal, empático, valiente, austero, recio y organizado son buenas cualidades». ¿Cómo se educa el carácter? No desde la teoría, desde luego. «La educación en valores es algo abstracto. Las virtudes son los valores integrados en la persona», explica.
Este veterano profesor confirma que tenemos ahora a generaciones de niños blanditos y no se escandaliza: «Son ciclos normales del desarrollo de una sociedad. Cuando una familia quiere que sus hijos no pasen las dificultades por las que sí pasaron ellos la sociedad se vuelve más cómoda, blanda, menos esforzada. Pasa también con los países». Según Aguiló, la educación del carácter no tiene que ver con el dinero y sí con el capital cultural de las familias, con el modo de transmitir cómo afrontar la vida: «He conocido a madres que limpiaban escaleras para que sus hijos llevaran unas zapatillas de marca y a gente de dinero que también los mimaba mucho».
En EEUU, la cadena de colegios KIPP, con tasas de éxito académico inéditas en las zonas donde se instalan, insisten en la educación del carácter como indispensable: «Trabaja duro. Sé amable», han resumido en los carteles enormes que decoran sus centros. En ese país, Angela Duckworth se ha convertido en la gurú del estudio de la personalidad. Tiene un laboratorio donde analiza qué rasgos hacen que los niños tengan éxito de mayores. Está tan ocupada que no da entrevistas, dice su equipo. Siempre cuenta que, pese a las buenas notas, su padre le decía que no se creyera especial. «La tendencia a mantener el interés y el esfuerzo para conseguir metas a largo plazo», la fuerza de voluntad, es el rasgo que, según Grit, su reciente best seller sobre el poder de la perseverancia, define a las personas con éxito. Ha trabajado en barrios marginales y ha estado en West Point, la academia militar de EEUU, analizando cómo eran los 1.200 cadetes que pasaban las durísimas pruebas iniciales. Niños a los que no levantaron del suelo cuando podían ellos solos.