“¿Cómo estás?”
“¿Cómo te sientes? “
Lo hacemos automáticamente, en un mili segundo. Está grabado en nuestra
mente esa forma de operar, conexiones sinápticas que han sido acostumbradas a
eso por años y años.
Si te despiertas mal o te das cuenta en algún momento del día que no estás
bien es porque una parte de tu mente, el ego o la vieja mente está posicionada
en el futuro o en el pasado. Recordándote, martillando en tu cabeza,
sentencias, juicios, valoraciones múltiples que te hagan sentir pésimo. Y
fundamentalmente lo que quiere esa mente enferma o el ego, es que tú te quedes
enredado en el juicio y las soluciones... te quiere enredar en tu estado pésimo
para que no descubras que él... el ego, no eres tú.
El quiere que tú te identifiques con tu malestar, con su sistema de
pensamiento comparativo y con las soluciones que te dará para que te sientas
mejor. Él quiere que creas que tú y él son lo mismo.
A veces hay 3, 4, 5 o diez juicios sobre nuestra cabeza; el ego se
posiciona en distintos sitios, tiempos y desde ahí te hostiga.
Pero... para creer y sentir el malestar, se necesita el juicio... “esto
es malo y aquello fue bueno”. En un mili segundo eso ya lo hiciste, sin embargo
si volvemos al presente vas a ver que la situación en sí, no te hace tanto
daño... es el peso de los juicios, la carga emocional y dramática que ya
hicimos hace tiempo sobre ciertos eventos, situaciones e ideales, lo que te
atormenta.
Vuelve al presente, sácate los zapatos y siente el piso, sal a tomar
aire... siente un árbol, lávate la cara, anda a un grifo, deja que corra el
agua... y se diluya el ego en la nada. Párate, levanta la cabeza y sonríe de
nuevo.
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